Fin de semana… el domingo 27 es cumpleaños de Edgar -un gran amigo que es como mi hermano-, y el 28 de Flor -mi hermana que es como mi amiga-, así que la semana comienza con festejos. Creo que los cumpleaños son fechas fantásticas, se acuerden o no los demás de quien celebra. Siempre he pensado que festejar la primera semana de noviazgo, la primera cita, o el día del primer beso, es una tontería. La vida pasa y hay que disfrutar el presente, y hacer que la segunda cita supere a la primera y que en lugar de llenar de aniversarios el calendario, lo saturemos de presentes únicos sin pretextos evidentes. Pero los cumpleaños son distintos. Es recordar el día que salimos de mamá. Ese momento en el que por fin respiramos sin ayuda. La hora y el minuto exacto del instante en el que salimos a un mundo lleno de sorpresas, experiencias, amor y desamor. Esos son los cumple-años, en los que no cuentan las arrugas sino los amigos, donde es mejor fijarse en las experiencias que en los fracasos, donde una cena linda con las personas que amamos vale más que una fiesta llena de invitados desconocidos.

Por eso vale la pena recordar y festejar los cumple-años, por el simple hecho de tener la suerte de vivir, disfrutar y amar cada vez que sale o se pone el sol.

Felicidades a los dos, a mi amigo-hermano y a mi hermana-amiga…