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22 de octubre de 2007

En busca de la imperfección...

¿Somos en realidad tan perfectos como queremos? ¿O nos gusta la imperfección? Siempre he pensado que todos somos perfectos en la medida de nuestras posibilidades, que somos, amamos, charlamos, comemos de la mejor manera posible. ¿Pero es verdad? Quizá no, de ser así no existiría el remordimiento; esa culpa que se mete en la cabeza justo después de hacer algo que a nuestro parecer es incorrecto.

A lo largo de nuestra vida tenemos muchas actitudes que no son precisamente las mejores, si vemos a alguien que pide comida lo pasamos de largo, pero aún con nuestra mirada fría pensamos que debimos compartir lo que tenemos; cuando un amigo necesita compañía y preferimos la televisión, hay algo en nuestro cerebro que nos grita que la excusa falsa elegida por comodidad no servirá de nada, ni para nosotros ni para quien nos necesita; luego de la sonrisa sexy en la fiesta o la mirada furtiva a un chico con compañía, algo nos dice que estamos pisando terreno peligroso; nuestra actitud dista mucho de la perfección, si tomamos en cuenta que ser perfecto es actuar siempre con la seguridad de hacer lo mejor para nosotros mismos.

Amamos la imperfección, no cabe duda. De ser perfectos no habría dudas; no habría amantes para las personas insatisfechas; no besaríamos a un hombre prohibido; no habría risas luego de ver un pastel mal horneado; no tendrían trabajo los policías… no existiríamos como personas, sino como simples zombis que hacen todo como “debe” ser.

Creo que esa imperfección es la que nos hace únicos, nos hace enfurecernos para luego reconciliarnos; nos hace beber y beber y beber para luego hacer tonterías y amar desmesuradamente a nuestros amigos, qué digo amigos, hermanos (jajaja); en fin, hace que nuestra vida sea vida y no una telenovela donde siempre llevamos las de ganar…

15 de octubre de 2007

vivir...


La vida nos llega de pronto, nos despierta, nos hace respirar de manera obligada. Sacarnos de las zonas de confort es su especialidad; tan pronto como te ubicas en un lugar seguro para tomar aire, la vida te jala de los cabellos y te muestra que vivir no es tan sencillo. Dormir no significa descansar, sólo es el anuncio de que la mañana se aproxima y nos hará presa de mil situaciones, la mayoría adversas. Dicen que no hay mal que por bien no venga, pero también es cierto que los bienes no son eternos, y algo aparecerá indudablemente a despertarnos de la risa que aliena y nos aleja de quien sufre. Las lágrimas que empatan con la risa anuncian su despedida, el dolor de las quijadas posterior sólo nos recuerda que la felicidad se une al dolor siempre... como el otoño al invierno…


No hay que fiarse, las felicidades siempre están en empaques pequeños; y quien cree que compró una tonelada ha sido víctima de un espejismo que se disolverá al poco tiempo; y a pesar de que esa pequeña felicidad llegue y se termine pronto, si guardamos la envoltura podremos recordarla, y revivirla justo cuando la vida nos obligue a respirar.

9 de octubre de 2007

No era amor...



Una poesía rica, en un día rico... para ponerse melancólico cómodamente:


NO ERA AMOR

No era amor. Fue otra cosa.
Pero según murmuran en la ciudad aquella,
yo cometí el delito de inventarte una estrella,
y fue tuyo el pecado de ofrecerme una rosa.

No era amor, no era eso
que se enciende en la sangre como una llamarada;
Era mirar tus ojos y no decirte nada
o acercarme a tu boca sin codiciar un beso.

Tarde para mi hastío,
tarde para tu angustia de mariposa en vano,
eran como dos ciegos que se daban la mano,
como dos niños pobres, tu corazón y el mío.


Nada más. Ni siquiera
suspirar en la lluvia de una tarde vacía,
No era amor, fue otra cosa. No sé lo que sería
Yo sólo sé que es triste que nadie lo creyera.

José Angel Buesa.


Seguro que a muchos de nuestros amores les quedan a la medida estos versos.