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14 de julio de 2009

las estelas de los que se cruzan

Ella olía a pasado. A convento... a parque... a patio de mamá... a universidad pública. No supe a qué olía, no distinguí la escena que me evocaba lo que dejó en el ambiente. No sé si era alta, flaca, con pestañas grandes o con acné, sólo sé que olía a un ayer lejano, a uno de esos pasados que se quedan en el último cajón del archivero de la memoria. Generalmente los aromas llegan y desaparecen justo antes de atraparlos, sólo queda la sensación de haberlos sujetado por un instante.
¿Tendremos también ese aroma a pasado cuando nos cruzamos con otro ser humano en la acera? ¿Dejaremos esa sensación de reencuentro con su pasado... con esa exnovia que se fue... con la mamá ausente? ¿Somos también seres corpóreos que se convierten en volátiles cuando dejamos nuestra estela en el viento?
Cuando lo pienso, envidio a Jean Baptiste Grenouille, el protagonista de El perufme, y aunque yo no quisiera extraer toda la esencia de esos seres que se cruzan, me encantaría estar ahí un rato... lo suficiente para saber si huelen a convento, a parque, al patio de mamá o a universidad pública....