
Quiero quedarme… con la brisa en la cara y el pelo expuesto… con mis pies libres y el calor en las mejillas.
Quiero quedarme… quiero quedarme…
Quiero quedarme… con la brisa en la cara y el pelo expuesto… con mis pies libres y el calor en las mejillas.
Quiero quedarme… quiero quedarme…
Casi llego a mi casa. El sol del medio día se siente con fuerza. Un hombre está detenido en la acera, es un indigente y parece muy entretenido. Cuando paso cerca de él lo escucho decir “si, no se me va a olvidar… el rojo… aquí dice que el rojo”, mientras apunta a una lista imaginaria en su mano derecha, “pero si es éste, ¿no?... (Risas)… ¿ves? (Risas)”. Si otra persona estuviera con él y la lista o algo parecido estuvieran en su mano, seguramente se vería cuerdo. No aguanté la risa y seguí mi camino. Algunas personas que pasaban en sus autos seguramente dudaron de mi estabilidad mental, pero fue algo que no pude resistir.
¿Quién establece que una persona es “normal” o no? Según el diccionario de
Pero, ¿qué es la razón? ¿quién no se ha atrevido a desafiar a la sociedad con una actitud poco ortodoxa? ¿acaso existe un manual donde se nos especifica qué es un acierto y qué no lo es?
“¿Hossdueettrruueie?, ushidodosspspspddood? Lelenemmenesbsvsagshui”… me dice uno de esos seres extraños cuando voy a la oficina. No sé que contestarle, sólo le sonrío y sigo caminando. Él me acompaña y sigue diciendo cosas extrañas. Las demás personas en la plaza pública nos observan, algo que da seguridad en lugar de pena. Por fin se queda atrás, y mientras él se queda estacionado en su realidad, yo camino pensando en lo difícil que pueden ser las traducciones ciertas veces.
Cuando decidí hacer algo aquí por el primer año del blog resultó que tenía ya un año y varios meses, así que el festejo hubiera sido ridículo.
Pero hoy si hay motivo de festejo. Con este post se cumplen 100 entradas, algunas basadas en experiencias propias y otras más en artículos encontrados por ahí. Escribí del frío, de las mañanas, de la ciudad, de las sonrisas, de papá, de mi gata a la que aún extraño, de amores que se quedaron en el pasado, de mi convocatoria para encontrar mi otra naranja (que encontré tiempo después), de la vida, de la lluvia, de Santa y
Gracias a este espacio he podido compartir ideas, sentimientos, llegar a acuerdos, aclarar dudas, y sobre todo, conocerlos un poco más. Esto somos, algo que puede plasmarse en palabras, un lugar donde llegar de vez en vez para despertar o descansar… estamos a un click uno del otro, quizá por eso nuestra presencia física a kilómetros de distancia importa poco… gracias por estar…
Todos hemos tenido u otorgado una segunda oportunidad. Ahí está un Bush hijo acabándose el dinero estadounidense jugando a las guerritas; tenemos un poco más cerca a Calderón queriendo rescatar un país que está más que hundido; o esa llamada que hacemos otra vez aunque de sobra sepamos que no contestará nadie al otro lado.
La vida no sería lo mismo sin las segundas oportunidades… sin la reconciliación que aparece luego de una frase que nos hiere; sin esa esperanza de que nuestro equipo ahora sí logre la hazaña; sin ese nuevo intento por cocinar lo que vimos por televisión.
Gracias a ese “volver a empezar” es que conservamos a nuestros amigos, nos reencontramos con personas del pasado y podemos empezar de nuevo, nos damos cuenta que no todo está perdido.
Hoy utilicé mi capacidad de otorgar una segunda oportunidad y mostré mi cara sonriente a la dependienta del Centro de Distribución Telcel, pero me di cuenta que dar segundas oportunidades no siempre funciona… como la que se le dio a Bush o la del marido que golpea…¡¡¡la tipa me vendió un cable equivocado!!! Pero me va a conocer… no saldré de ahí hasta tener lo que yo, como cliente, le pedí…
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