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29 de mayo de 2008

se solicitan respuestas


Esta vez no voy a hablar de cómo me siento (de sentirme, no de sentarme) ni filosofaré sobre la vida o las lindas nubes que ahora se esconden. Hoy espero respuestas u opiniones nada más.

Hace unos días, mientras platicaba con mi hermana, nos surgió una duda sobre el mundo de los gays...

¿Porqué a un chico gay le puede gustar un hombre vestido de mujer ("vestidas" creo les dicen)?

Siempre me ha parecido una incongruencia si partimos del supuesto de que a un homosexual hombre le gustan los hombres.

La misma duda me asalta en el caso de las mujeres, ¿porqué una lesbiana puede gustar de una mujer que aparenta ser hombre?

En todo caso esas personas no son tan homosexuales: a dichos gays hombres les gustan en cierta forma las mujeres y esas gays mujeres (¿las gays? se ve raro el término en femenino) les gusta la apariencia masculina.

¿Son tan homosexuales como se cree? ¿Será algún tipo de bisexualidad? ¿Es algo que se inventaron por ahí algunos homosexuales para luego contaminar a otros más?

No tengo ninguna respuesta... mejor escriban sus opiniones/respuestas/teorías/válidas razones...

26 de mayo de 2008

se le extraña...


Últimamente me he acordado de él. Cuando alguien menciona una historia de amor linda recuerdo perfectamente la mía. En cómo luché con Dios para robarlo alguna vez. En lo que decía antes de su opción por lo religioso y divino. No tengo porqué quejarme, si él está en ese lugar es por culpa mía. Yo lo aventé a una vida misteriosa y llena de dogmas, donde las divinidades son cotidianas y la lluvia es un milagro. Pero él se quedó ahí y yo opté por lo mundano, por una familia que aún sueño, por hacer mi vida desde fuera, por saberme tan mortal como el resto; aunque eso no significa que no lo extrañe, que su risa falte, que la ausencia se resienta de pronto. La vida es elegir, escoger, optar, seleccionar… y por más que compartamos un presente, nadie asegura un futuro igual. La diferencia radica en elegir.
Y melancólica como estoy, dejo un poema lindo, para recordar a gusto...

NO ERA AMOR
José Ángel Buesa

No era amor. Fue otra cosa.
Pero según murmuran en la ciudad aquella,
yo cometí el delito de inventarte una estrella,
y fue tuyo el pecado de ofrecerme una rosa.

No era amor, no era eso
que se enciende en la sangre como una llamarada;
Era mirar tus ojos y no decirte nada
o acercarme a tu boca sin codiciar un beso.

Tarde para mi hastío,
tarde para tu angustia de mariposa en vano,
era como dos ciegos que se daban la mano,
como dos niños pobres, tu corazón y el mío.

Nada más. Ni siquiera
suspirar en la lluvia de una tarde vacía.
No era amor, fue otra cosa.
No sé lo que sería.
Yo sólo sé que es triste que nadie lo creyera.

21 de mayo de 2008

días grises...


Hacía tiempo que no tenía un mal día, que la incertidumbre no se respiraba, que la vida se sintiera densa y llena de temores.
Había navegado por un mar de sonrisas, me inundé con pupilas dilatadas y mejillas rojas… tuve abrazos pequeñitos y pies desnudos… nubes rojas y obleas con cajeta. Atardeceres lindos, lunas llenas, noches frescas y pulmones rebosantes de aire limpio. Miradas tiernas, otras lúcidas e inquietantes. Tuve un paladar satisfecho y carcajadas que usé junto a otros que reían, chistes malos y anécdotas increíbles… tuve compañía.
Pero los días grises siempre regresan, igual que la contaminación visual y la congestión nasal… igual que las rimas que sólo ensucian textos… igual que el fango que de pronto aprisiona nuestros pasos e impide avanzar hacia lugares secos y cálidos. Los abrazos parecen lejanos e imposibles, el aire fresco se quedó atorado en un ayer que no regresa, los suspiros adornan un ambiente desolado y frío, de ese frío que parece no acabar.
El corazón a veces guarda la felicidad demasiado bien, tanto que la cerradura parece desconocida ante mis manos… quiero encontrar las sonrisas, quiero ver de nuevo atardeceres lindos, deseo que salgan de ahí los suspiros que eran muestra de satisfacción… pero no puedo. Estoy enfangada, aprisionada… encerrada en un día gris… un día gris… un día…


Ps. Hoy soy víctima de las hormonas…

19 de mayo de 2008

deseo...


Deseamos lo que vemos.

Vemos lo que tenemos cerca.

Tenemos cerca lo que buscamos.

Buscamos lo que queremos.

Queremos lo que deseamos.

Deseamos lo que vemos.



Este juego de palabritas resultó de una frase que dijo, o lo que creo recordar que dijo, Hannibal Lecter en Silence of the Lambs: “¿Cómo empezamos a desear? Deseamos lo que vemos todos los días”... hace ya un tiempo reflexioné e hice un poco de caso a esa frase. Así, cuando me encuentro ante algo que deseo no desear, simplemente me alejo y el efecto mágico del deseo desaparece.

Es indudable: el deseo ingresa por los sentidos.
ps. La imagen que ilustra este post es referente a otra de las frases de Hannibal... no tiene nada que ver con el deseo... ¿o sí?, jaja... feliz inicio de semana.

16 de mayo de 2008

el mejor lugar


No hay mejor lugar para guardar la felicidad que el corazón.

En el estómago da náuseas, en la cabeza causa distracción… las manos escurren si la tienen entre ellas… los pies tropiezan cuando la sienten cerca.
La felicidad está mejor en el corazón… sentir los latidos fuertes en el pecho, los vasos sanguíneos de las mejillas dilatados, las pupilas enormes, sentir la dicha recorriendo nuestras venas gracias al latido constante de esa caja mágica recolectora de emociones…

No hay mejor lugar para guardar la felicidad
que el corazón.

14 de mayo de 2008

a quienes viven cerca...


El viento está fresco… los brazos se sienten bien desnudos. Es más temprano de lo normal, las calles aún no se llenan de coches, una mujer que lava la banqueta se detiene al verme y me regala un sonriente “buenos días” al que correspondo de la misma forma. Me gusta sentirme así, cómoda con los vecinos y saber que alguien al lado sabe que existo. Una de las mujeres que habitan las casas contiguas me detiene siempre, pregunta sobre mi trabajo y cuestiones superficiales; yo sonrío como es mi costumbre, intento seguir el hilo a la conversación y me despido de ella con el típico beso en la mejilla. Apenas avanzo dos metros, otra cara conocida aparece o distingo la mano de quien está en la tienda ubicada justo bajo mi departamento que saluda.

No sé sus nombres completos, ni los números externos de sus casas, pero distingo sus sonrisas en las mañanas o los nietos de doña Vicky en la plaza; sé también que don Mario me ayudará con los problemas que surjan con la Comisión Federal de Electricidad y que tiene una escalera que me sirve cuando olvido mis llaves.

No entiendo esa complicidad y amistad que existe entre quienes viven cerca de otros; no sé de dónde surge esa confianza que me hace saber que puedo confiar en ellos y ellos en mí; desconozco por completo las circunstancias que hacen que nuestras sonrisas empaten cuando nos cruzamos en el día… pero me gusta.

Me agrada saber que esa mano que dice “hola” al interior de la tienda, pertenece a un hombre que sin dudar me ofrecería su ayuda en caso de necesitarla; me da gusto conocer a esos niños que visitan a su abuela y que me reconozcan a pesar de ser una vecina “ajena”; me simpatiza la mujer que siempre me detiene, me pregunta lo mismo y ofrece sonrisas distintas…

La relación con quienes viven cerca es extraña, es una mezcla de confianza, amistad y desconocimiento… de saber absolutamente todo sobre los vecinos quizá esa relación terminaría... o sería tan divertida como la serie de televisión, uno nunca sabe. :)

8 de mayo de 2008

no te quedes


Hola:

Soy yo, si, aunque no lo creas. Sé que te parezco extraña, que mi vida es aburrida y que caí en lo que tanto odié de ese mundo de adultos, pero soy yo, aunque te pese.

No puedo decirte que jamás me di cuenta de lo que pasó, que una cosa llevó a la otra y que soy víctima de un destino implacable que me arrolló de pronto. No. Esta mujer que ves fue una elección, sí, aunque te parezca chistoso o increíble.

Ya nadie es el mismo, papá está enfermo y mamá trata de tener a la familia en pie. Daniel se divorció (sí, el hermano que llegaba a casa sólo en vacaciones), los sobrinos crecieron y sólo nos vemos en Navidad; tus amigas de la infancia son señoras ahora y están llenas de hijos. Es más, hasta Fidel, tu íntimo amigo, se casó hace un tiempo y es padre de una bebé que sólo vi una vez; cierto, ya dejamos de ser íntimos para ser sólo conocidos.

¿El amor? Bah, no preguntes por el amor. He tenido que ver con varios chicos, no todos a la vez, claro, pero nada importante ni trascendente. Seguramente algunos te gustarían mucho, son tu tipo: lindos, con rostros agradables y sonrisas grandes, y te divertirías sin duda; lástima que siempre busqué algo más que eso. Ahora que tocamos el tema, te interesará saber que deseo establecerme; aunque tengo metas y mil cosas qué hacer como mujer soltera, me gustaría jugar a la casita y compartir mi tiempo con un “alguien” especial.
Bien, no hablemos más de este presente que me aturde y encierra en rutinarias actividades la mayor parte del tiempo. Hablemos de ti. De cuánto extraño tu mirada ante la vida y la manera en la que te divertías con un cuaderno en blanco y un lápiz, donde pintabas tu mundo y el futuro que decías querer. Añoro aquellos tiempos de fortaleza cuando el hogar era nuestro lugar, no había preocupaciones financieras y los días de verano eran interminables. Extraño tu vida, tus risas, los vestidos cortos y las calcetas con encaje… las moras silvestres y las travesías por el desierto… a papá cantando y a ti observando las estrellas.

Aunque, ¿sabes? No todo ha quedado atrás. Aún persigo mariposas, como helado de chocolate y veo la lluvia por la ventana, tal como tú lo hacías. Sigo buscando el amor que creo encontrar en miradas lindas y acogedoras; me siento indefensa algunas veces y otras encaro el mundo con tu desenfado; dibujo mundos que me recuerdan el tuyo; encuentro rostros y formas en las nubes blancas por las tardes…

Qué bueno que sonríes, me haces creer que tu futuro no está tan destrozado como pensabas. Quizás no elegí lo que querías, pero he intentado hacer lo mejor que puedo con las opciones que la vida me ha puesto en el camino.

Vamos, acompáñame, aún somos la misma; tú con tu inocencia y yo con la experiencia que a veces pasa desapercibida. Te invito a compartir mi realidad que también es tuya, la nueva ciudad en la que ahora estás inmersa, los sentimientos de “adultos” que son maravillosos, esta vida que inventé gracias a ti…

5 de mayo de 2008

náuseas.... y un plus: día de la mostaza


No es de mi agrado la lucha constante que tengo con la comida. El mundo da vueltas, las articulaciones duelen, la cabeza quiere estallar, sólo quiero estar inmersa en una tina con agua fría…
La vida parece venirse encima, y la temperatura alta hace que se piensen tonterías y situaciones ilusorias. Mientras pienso qué afectó a mi estómago e intestinos, las nauseas regresan una y otra vez. Tengo la cabeza vacía, el cuerpo responde de manera lenta como si tardara en discernir las órdenes que da el cerebro.
Soy como ese escarabajo de La metamorfosis, que tarda en darse la vuelta y siente que la espalda duele… sólo que yo, creo, tengo un aspecto normal ante los ojos de los demás. Pero igual me siento hinchada, con los ojos lentos para parpadear y mis manos torpes.
Quizá por eso en mi vida las dietas no existen, porque cada determinado tiempo mi cuerpo dice “basta” y no me deja probar bocado… sólo que lo hace de manera muy poco agradable.
En fin, mañana todo estará mejor y este cuerpo pesado con estómago irritable estará como nuevo… espero…


Día de la mostaza


Un día como hoy, justo al final de los estudios de licenciatura, mis amigas y yo inventamos la Teoría de la mostaza. Estábamos totalmente fuera de la realidad y una plática llevó a otra, hasta que llegamos a una verdad que aún tratamos de llevar a cabo aunque estemos en caminos y realidades distintas.
Pero ¿cuál es la teoría de la mostaza? Bien, como estoy segura que a muchos les servirá, la describo a continuación:
Cuando una persona que ama la mostaza llega a un lugar y el mesero no puede dársela porque no la tiene y no puede conseguirla, quien la solicita debe ir a buscarla a otro sitio. De esta manera, quien desea la mostaza será feliz al encontrarla, y el mesero estará feliz porque, a pesar de no satisfacer las necesidades del otro, no fue obligado a realizar una actividad que prácticamente le era imposible.
Suena un tanto revuelta la cuestión, pero la moraleja de esto es que debemos empatar felicidades: si deseo algo para ser feliz indudablemente encontraré a alguien que sea feliz al otorgarlo; de esta manera ambos seremos felices. Igualmente, si algo no me hace feliz debo salir y buscar mi felicidad donde sí exista; de la misma manera que debo aceptar las felicidades de los otros muy a pesar de ser o no partícipe de ellas.
Esa es la teoría de la mostaza: ser felices con la felicidad de los otros, y sobre todo, preguntarnos siempre de los siempres: ¿lo que hago me hace feliz?, si la respuesta es un “si”, fantástico; si la respuesta es un “no”, hay que darle vuela a la página y buscar la felicidad hasta encontrarla.


Feliz día de la mostaza :)

1 de mayo de 2008

amo estos días


Hoy amanecí “de buenas”, es día de asueto y considero un lujo venir a trabajar y encerrarme con mis pendientes de siempre que hoy saben diferentes.
Me encanta la “ausencia” de estos días, las calles solas que ansían un par de pies sobre ellas, los árboles que se mueven con el viento sabiendo que nadie está bajo su sombra, los hogares que huelen a café porque papá se quedó en casa. Quizás por eso también me encantan los domingos, esos días donde vivir para sí mismo es obligado y si le ganamos al día descubrimos una ciudad desnuda que nos observa con esos detalles que en las horas pico jamás distinguimos.
No sufro cuando me dicen que hay que trabajar en un día de asueto, ni tampoco cuando mi hermana me avisa que el domingo asistiremos a misa de 8 de la mañana; me gusta, me da placer hacer lo mismo de siempre cuando las calles son todas mías y el maquillaje estorba, cuando ni importa si los zapatos son los adecuados o el pelo luce un tanto descuidado, cuando la gran mayoría aún sueña hundiendo el perfil en una almohada acolchonada.
Me gustan estos días solos, como hoy, como el domingo… porque me siento yo de nuevo, porque esa tensión diaria desaparece, porque la ciudad es toda mía… porque el viento huele y sabe diferente.