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26 de septiembre de 2007

Gatorade...

Hoy me acordé del slogan de Gatorade: si tu deseo fuera tan grande como tus sueño, ¿qué tan lejos llegarías? y pensé en varias cosas que sueño pero no las deseo con la misma intensidad...

Sueño tener una familia... pero no mucho porque no podré vivir de acuerdo a mis reglas y estilo de vida.


Sueño un coche nuevo... aunque no tanto porque al año siguiente sería de modelo anterior, y cada vez más viejo y con más achaques...

Sueño una casa... pero no, porque no quiero establecerme para siempre en un lugar.

Sueño sacarme la lotería... pero, y si me roban?? secuestran?? o maltratan a mi familia??

Sueño un excelente trabajo... aunque no me gustaría tenerlo y desear otro mejor, luego otro mejor, hasta convertirme en una buscadora de trabajo compulsiva...

Sueño tener una gran fiesta en mi casa... pero probablemente todos deseen beber en la calle, llegue la policía y me lleve junto con ellos a la cárcel!!

Sueño que mi hermana consiga trabajo, uno con muchas horas clase y bien pagadas... pero no tanto, porque eso implica quedarme sola, mejor que se consiga uno cerca y leve...

Sueño estar buenísima... pero probablemente todos me busquen sólo para disfrutar de esa "buenez" jajaja...

Sueño un hombre lindo, guapo, inteligente, trabajador... pero con tanto atributo seguro será gay, entonces me conformo con uno "normalito"...

Sueño ser más inteligente... pero si así no me bajan de ñoña, no me quiero imaginar cómo me iría...

Sueño leer un libro nuevo... pero sufriré al terminarlo... como siempre...

Sueño mil cosas, pero no, mi deseo no es tan grande como mi sueño, así que me resignaré a vivir como simple mortal.









19 de septiembre de 2007

Explosión mata a más de 30 en Coahuila

Casi es de noche. Para muchos la hora más peligrosa para viajar por carretera, aunque para ella está perfecta. Domingo. Un viaje de ida y vuelta sin el calor del desierto que pone de malas a cualquiera. No habrá reverberación del sol, ese es un plus. Sube al auto, es “nuevo”, hace pocos meses que terminó de pagarlo. De no adquirirlo tendría que viajar esos 160 kilómetros en la motocicleta de siempre. Comienza el trayecto. No hay tráfico y avanza despreocupada. Mañana comenzará otra jornada en el quirófano, es mejor viajar en los días libres que cuando se trabaja. Lleva un poco más de cuarenta kilómetros recorridos, pasa curvas cerradas, montañas cercanas. De pronto todo el panorama cambia, los coches que van delante se detienen. Ella frena también. Al cuestionar el porqué del embotellamiento que le estropea los planes, descubre con sorpresa que hay un accidente metros adelante. Hay personas heridas, quizá muertas. Toma su teléfono e informa a alguien en un hospital mientras se aproxima al lugar apresuradamente. Ya no tiene el día libre, tendrá que adoptar su papel de enfermera quirúrgica que sólo usa de lunes a viernes. Cuelga la llamada. Hay ambulancias y periodistas. Se presenta ante los paramédicos, comienza la actividad. Hay cuerpos tirados. Sangre. Fuego. Al parecer tres personas a bordo de una camioneta se impactaron contra un trailer. La gente comienza a juntarse alrededor para ver lo que pasó. Suben los cuerpos a las ambulancias. Los del trailer no aparecen y éste comienza a encenderse. Ya nada hay que hacer. No está asustada o sorprendida, en el hospital ha sorteado más de una vez tragedias peores. Ve alejarse un poco a las ambulancias y decide retirarse ella también. Pasa entre la gente dando la espalda al accidente, pero nadie la sigue. A pesar de la advertencia sobre una posible explosión, nadie se aparta, sólo ella. Camina pocos metros, un estruendo se escucha, hay luz, fuego… y de repente, nada.
La conocí en el hospital hace unos años, una enfermera excelente. No murió ni perdió miembros en la explosión de hace más de una semana, pero aún no se recupera de los daños que sufrió al cumplir con su trabajo, además, su auto quedó hecho añicos. Así es la vida, cruel a veces, insensible… pero hay que vivirla a pesar de todo.
PD. Nadie tiene la culpa de lo sucedido, cada quien tomó las decisiones que quiso y afectó a quienes le rodearon en ese instante, tal como pasa en cada segundo de nuestra existencia. No basta tener grandes símbolos o patrullaje alrededor de las cargas peligrosas si los demás no manejan con precaución, o simplemente, si seguimos haciendo más caso al voyeurismo que tenemos dentro que a las órdenes de quienes están más consientes de la situación. Toda acción tiene una reacción, y las decisiones que tomemos, sean correctas o erróneas, le darán curso, o fin, a nuestra vida.

12 de septiembre de 2007

Desamor


Un atardecer en Cuatro Ciénegas... ahhhhh
Soñé que te encontraba, y al notar tu auto no sentí tentación alguna y miré hacia otro lado. No vi tu rostro, hace casi un mes que no lo hago, y ahora, literalmente, ni siquiera en sueños.

Pero a pesar de todo me siento bien, es como una viudez anunciada, muy parecido a cuando pierdes algo y no te enteras.


No es que no haya valorado los buenos ratos, sólo los siento lejos. Los disfruté, es cierto, pero no me entristece pensar que no se van a repetir, simplemente lo que me pasó contigo no logró echar raíces.


Hoy me preguntan qué ha sido de ti, y lo que antes era “hablé ayer con él”, hoy se ha convertido en un “creo que sigue trabajando en el mismo lugar”.


No hubo, ni habrá, algo fuerte y valioso entre nosotros, y sinceramente no me causa conflicto alguno.


Quizá es la factura que cobra vivir sólo el presente. Cuando el hoy pasa, la satisfacción de haber vivido plenamente hace que no extrañemos, que volvamos la cara atrás y no pase absolutamente nada.


Y no, no soy fría. Sólo estoy consciente de que la vida obsequia y quita, y que el secreto radica en disfrutar al máximo cuando tienes lo que quieres.
PD. Con planes para ir a gritar a casa el fin de semana....

4 de septiembre de 2007

Perfección...





¿Existe realmente el hombre perfecto? Cuando mi mamá quería saber el porqué de mi empeño en mostrarle “nueros” inalcanzables, yo sólo contestaba “no necesito alguien de verdad, sólo el hombre que no existe es fiel, lo veo cada vez que quiero, siempre sonríe y dice cosas lindas, no queda mal porque siempre hace lo correcto”, etcétera, etcétera, etcétera… eso lo pensaba hace más de una década…
Años después, mi hermano Daniel me sorprendió en una charla de amigos con una frase que aún recuerdo: los hombres perfectos, o son de tu familia o son homosexuales. Me burlé por el egocentrismo que reflejaban sus palabras, pero siempre pensé muy en el fondo que tenía razón, tal vez mínima, pero razón al fin.
Hoy, como dirían las abuelas, “ya estoy en edad de merecer”, no sé a qué se referían, pero lo que me imagino no lo mencionaré ahora por pudorosas razones. Y, para variar, aún dudo de la existencia de un hombre perfecto y real. Lo malo es que siempre caigo en los mismos errores, y creo que un hombre lo es hasta que me demuestra lo contrario; ni hablar, seguiré en espera.

El hombre perfecto….

Sonríe y disfruta de todo, hasta de los malos ratos.

Es físicamente atractivo, e internamente valioso.
No se toma demasiado en serio.
Le importa satisfacer y sentirse satisfecho.
Tiene su propio mundo donde se siente importante, un mundo que comparte cuando lo desea y le ayuda a crecer como persona.
Ama la familia de su pareja porque sabe que también son parte de la suya.
Respeta y se gana el respeto con sus acciones.
Se sale de la rutina, sorprende y se reinventa cada día.
Le gusta proteger y sentirse protegido.
Es sincero y sabe cuándo callar.
Es perfecto cuando quien lo tiene en casa ni siquiera piensa en otro que podría ser mejor.